domingo, 27 de noviembre de 2011

Desde siempre nos hemos preguntado innumerables paradigmas, tan intrincados para la mente humana que solo se han podido llegar a justificar mediante una presencia superior y omnipotente, una presencia divina. Una de aquellas preguntas existenciales, es el alma.

Siempre se han tenido conflictos para determinar si el alma y el cuerpo son independientes el uno del otro o todo lo contrario, pero con esos postulados se daba a entender que el alma existía. Más adelante, el alma se llegó a considerar no como un ente independiente del cuerpo, sino más bien como el conjunto de impulsos nerviosos que generaban una configuración no física en el cuerpo (como una especie de imagen virtual).
En mi opinión la música es un gran aspecto por el cual podemos decir si el alma existe de algún modo. Cuando la escuchas sientes como algo que no puedes explicar intenta fundirse con el aire, pero es incapaz de salir porque está encerrado dentro de su calvario. Platón dijo una vez “el cuerpo es la cárcel del alma” y no se equivocaba. El alma no es algo físico, no está hecho para estar sujeta a la materia, anclada con pies de plomo al suelo y constantemente está intentando salir y liberarse de sus ataduras.
Los científicos lo podrían llamar sistema nervioso, o podrían definirlo como la acción de ciertas hormonas pero aun así el concepto de alma sigue existiendo ya que es algo que, fuera de lo técnico y de lo meramente racional, envuelve nuestra existencia de un cierto halo de misterio que proporciona cierta esperanza y consuelo para algunos.


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